jueves, 21 de octubre de 2010

Amigos de Luis Caro (agrega tus propias palabras que se harán llegar a la familia)



En Mayo del año 1988, ingresó a la “Familia Idepe”, nuestro querido amigo Luis Alberto Caro López, ganándose la simpatía de todos quienes le acogimos, incluyendo sus ex -compañeros de la oficina SPI-Ingeniería de donde provenía el Luchito, entre ellos Juan Sánchez Acuña y Jorge Loyola Mariani quién lo debe haber recibido ayer con un gran abrazo allá donde todos nos juntaremos un día.

Allá comentaremos seguramente la venta de Cade y todo lo que ha cambiado la oficina, pero, principalmente nos acordaremos y reiremos de buena gana de las tallas ocurridas durante nuestro diario convivir en el trabajo, los paseos del “Rorro” y el “Negro Venegas” tomados de la mano cruzando Irarrázaval, o los “corcoveos” del técnico de la Xerox tratando de escapar del “asedio“ de uno de los nuestros en la oficina del Lucho Torres, de las competencias de ajedrez con el Maestro Moraga y las cuchufletas del dominó de Arturito Figueroa a la hora de almuerzo en los tableros- mesas de dibujo hechas por nuestro querido Tulio Aravena.

Comentaremos con nuestro “J-J” (Jorge Jiménez) uno de los primeros que partió, las bromas que hacía a Olga Lapierre con un “adminículo” de goma que trajo a la oficina Fernando Larrondo (el solista del Clan 91) otro recordado compañero.

En fin, tanto de que conversar, de las tallas ocurridas en las salidas de pesca con el Club de Pesca, con el Sapito Saravia y nuestro amigo “perro envenenado” Javier Heredia, si, el mismo “viejo del río” de ARA-Arce Reciné Ingeniería, la oficina de la cual jubiló ahora por razones de salud, este mismo Javier que en una cena de despedida del proyecto de la Chimenea de la minera El Teniente y después del discurso solemne del gerente de la planta, se paró y toda voz le gritó “ Güena jefe… sacó trago”.

Tantas vivencias compartidas aquí y de las cuales en muchas de ellas participó nuestro “Cascarita” Lucho Caro, sus eternos enojos y reconciliaciones con su “Jefe” Bombero Núñez, “si a este le gusta güevear a él solo, pero, no aguanta na’ de güelta”, por decirlo suavemente, era su eterno reclamo.

Siempre su saludo era con una broma, por las mañanas, “no me hablen porque vengo enojado”, o, “claro ya no me invita a la salida del club de pesca, como ya no estoy en la lista de sus amigos”era su saludo acercándose a mí y estirando cordialmente su mano con una sonrisa maliciosa, para recibir una respuesta que normalmente me complicaba, porque el esperaba siempre una respuesta también graciosa.

Recuerdo una vez que camino de vuelta a casa íbamos en mi Renault 5 y quedé en panne de bencina, “la panne del güe.. “ dijo él, quedamos en plena autopista 5 sur después de la curva frente a la embajada de Brasil, siempre me subió al columpio por esa panne, los demás vehículos destruyeron toda señalización que pusimos y casi nos chocaban, le tocó a él ir a comprar bencina y atravesar de ida y vuelta la autopista casi de noche y con un gran tráfico, pasamos mucho susto. También recuerdo que en una ocasión, por hacerme pasar una plancha frente a una buenamoza promotora en un supermercado, mientras conversaba con ella, Luis se acercó me dio una “caricia gay” en mi marrueco, tomó mi mano y me dijo sonriendo y con un tono insinuante “¿vamos…?”, me puse rojo a mas no poder y a toda prisa salí del lugar, Luchito se rió de mí todo el camino de vuelta a casa.

Me conversaba de su señora y los niños (en ese tiempo, ahora ya son jóvenes) en nuestros oídos (del club de pesca), aún resuena el “Felipeee…” cuando el niño se alejaba unos metros del lugar en que estábamos pescando, era demasiado preocupado, ah!, recuerdo que él me recomendó la primera lavadora automática que compré, me dijo: “Juanca, debes comprarte una National a mí me ha dado muy buen resultado”, aún la tengo, tiene hartos años y funciona de maravillas, será un motivo mas por el que siempre estará presente en mi hogar.

Gratos momentos me permitió compartir en su vida Luis, podía bromear, pero a la vez, realizar su trabajo en forma muy profesional y responsable, con su infaltable pucho.

Luchito gracias por permitirme participar de tu vida y por ser parte de la mía por tantos años, conocí en ti a un buen profesional, esposo y padre, generoso, amable, rabioso y divertido, pero, principalmente un “buen hombre”, gracias amigo y disfruta tu nueva vida, (consígueme un datito donde está picando mejor el pejerrey), seguramente allá también podrás salir a “mojar nylon” en hermosas aguas color turquesa, rodeadas de pasto para recostarse a esperar una “ buena picada“ a la luz de un brillante sol.

Luchito, que Dios te reciba y te acoja entre sus brazos amorosos, nos veremos amigo, nos veremos y volveremos a compartir, si Dios lo permite, gratos momentos.

Juan Carlos Bravo L.

¡Qué bonito Juan Carlos lo que escribes de Lucho!

Con eso me haces recordar que como llegó el Lucho a mi vida o viceversa, algunos dirán que ya después que se ha ido no vale mucho decir lo que uno piensa de las personas que valoras y aprecias en el recorrido de nuestra vida, pero da lo mismo, ya que Juan Carlos se animó a escribir sobre el Lucho Caro, y tratar que este hecho triste y lamentable no quede en la inercia que estos días nos envuelve, me cuelgo de su escrito para indicar;

"Que este lunes leyendo el mensaje que envió El Poncho a través de la red, el silencio incomodo y una pena se anidó en mi pecho, esto marcó el inicio en breves segundo del recuerdo de este amigo, que como un pequeño film, fui recordando eso momentos que compartimos por mas de un año al fondo en la Casa 1, y sus eterno saludo mañanero, "Vengo enojado así que no me hablen", con su carácter, una mascara de enojón y en el fondo un optimista con una sonrisa para enfrentar lo que venia. Por algún motivo especial estuvo presente en cosas importantes de mi vida, cuando partió mi padre y con su abrazo pude llorar por el dolor que vivía, me acompañó cuando me cambié de casa, es curioso también quedó en panne y fue toda una odisea que llegaran a compartir con nosotros la buena nueva. El Lucho, sus bromas casi en serio, su cigarro, su café amargo de la mañana, ya no estarán físicamente en nuestra pega, como Cade se aleja, veo que también parten junto a ella amigos y compañeros de trabajo, con ellos se va la historia del día a día, de nuestro trabajo, resumiendo se va parte de nuestras vidas, 8 horas por 5 días durante muchos años compartimos en pasillo y puestos de trabajos, nos alimentamos, aprendemos y también enseñamos, en fin nos humanizamos, por eso me siento afortunado que parte de mi historia, parte de mi persona le deba algo a mi amigo Luís Caro, el “Lucho Caro” que con su bajo perfil participó como miembro del centro de padres del colegio de sus hijos, en nuestro sindicato, con ese bajo perfil se fue de nuestras vidas en silencio, casi sin avisar, pero en mi mente tengo la imagen de su protector de pantalla esa foto de un verano setentero donde salía junto a su polola, la cual luego seria su señora, y en las mañanas al llegar a la pega no me será extraño verlo con su cigarro y su seño amurrado para cambiarlo por un sonría y un apretón de mano".

Marcelo Jaña Ramos

Yo había escrito algo para decir en su funeral pero después no me atreví a llegar con el escrito porque sentí que su despedida debería ser más informal, claro al final dije lo mismo que estaba escrito sin leerlo.

Los compañeros de trabajo del Lucho somos muchos mas que aquellos que aún tenemos contrato de trabajo con Cade, de hecho la mayoría de sus compañeros hoy no están en la empresa y se encuentras repartidos en muchos lugares de esta jungla de la ingeniería, pero no solo nos unió el compartir en el espacio laboral sino también fuimos capaces de compartir un asado, un trago, un cigarro, una talla, el Lucho te llevaba al lado humano.

Desde que él se fue con licencia médica han cambiado muchas cosas en Cade, quizás porque él ya no está los cambios fueron evidentes, como que estamos mas grises, mas hoscos, más mala onda, más pesimistas, en fin echamos de menos sus tallas y sus enojos que siempre descolocaban y que te ponían a prueba. Conmigo estaba molesto porque durante los años de las protestas iba con mis compañeros a poner barricadas justo en la esquina de su casa llenado el barrio de humo y lacrimógenas producto de la acción policial, pero con todos tenía una razón para estar molesto, era su manera se acercarse.

¿Cómo hacemos para traspasar a las nuevas generaciones de trabajadores de la ingeniería esta forma de convivir en la pega? ¿Cómo volvemos a crear espacios que hacen mas atractivo, mas grato, MAS HUMANO, el convivir diariamente con nuestros compañeros? ¿Cómo le explicamos a los nuevos proyectistas, dibujantes e ingenieros que se puede hacer la pega, pero también puede haber humor? Responder estas preguntas es un desafío para los vivos, para el Lucho solo decirle que descanse en paz y que luego nos vemos.

Horacio Díaz Olivos

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